El sendero de la verdad

Capítulo 3 

En el proceso de cambio, al empezar, nos preguntamos... por qué tengo que cambiar ya ? Si ya lo he fastidiado todo, lo he perdido, qué más da...
No nos damos cuenta, como de todo lo demás, de que para que no nos vuelta a pasar es necesario este cambio. Pero tenemos que quererlo de verdad. Nadie nos obliga.
Pero si empezamos a cuidarnos a nosotros mismos, a querernos tal y como somos, seremos capaces de cuidar y querer a los demás. Y esto... me ha pasado recientemente.
De hecho, podría haber ido de la mano con nuestro caballero en todo su viaje... jeje
" Merlín le recordó al caballero su nuevo propósito: liberarse de su armadura.
Por qué molestarse? preguntó el caballero ásperamente. A Julieta y a Cristóbal les daba igual si me la quito o no."
Empezamos a pensar e interiorizar. Nos hacemos preguntas, y necesitamos hallar las respuestas por nosotros mismos. Los demás, solo pueden guiarnos y orientarnos.
El camino hacia el éxito, hacia la meta, es difícil. Siempre nos tentarán las ganas de abandonar y de tirarlo todo por la borda. Pero ese es el camino fácil. Lo difícil es seguir adelante, seguir cuestionándonos y autocontestándonos. Debemos sopesar entonces que es lo que realmente queremos, si queremos esforzarnos por conseguirlo o no merece la pena y tiramos la toalla.
" El caballero reflexionó sobre esto. Si regresaba por el camino por el que había venido, no tendría esperanzas de liberarse de su armadura, y probablemente moriría de soledad y fatiga. La única manera de quitarse la armadura era, por lo visto, seguir el Sendero de la Verdad, aunque pudiese, en tal caso, morir intentando trepar hacia la empinada montaña."
Al caballero, todavía se le escapa algún comentario desafortunado que deja ver que aún se encuentra en pleno estado de cambio, de asimilación.
Intentaremos rodear los obstáculos que este difícil camino nos planteará, pero es necesario pasar por todos y cada uno de ellos para obtener el máximo éxito.
Y es ahora cuando observamos por fin la primera señal de que este proceso está siendo efectivo, la primera prueba fiel. Una pequeña parte de nuestra armadura que nosotros mismo nos pusimos, se cae. Se rompe, se oxida. Percibimos entonces nuevas sensaciones, maravillosas, que nos encantan. Que nos dan fuerzas para seguir adelante. Estamos cambiando. Y no lo esperabamos, no las teníamos todas con nosotros. Pero lo mejor de no esperar nada, es que nunca saldremos defraudados. Y cuando de repente, obtenemos recompensa por nuestro esfuerzo, nos sentimos doblemente satisfechos. Tanto, que una parte de nuestra armadura se nos cae...
A mi me pasó, como al caballero, de repente ocurrió algo, un Click, una señal, que te indica que algo ya has cambiado. Que te empiezas a dar  cuenta de las cosas... Yo me sentí inmensa en ese momento. Te creces, te da fuerzas para continuar... porque en este momento ganas no te faltan.
" A la mañana siguiente le despertó el sol cayendo sobre sus ojos. La luminosidad le molestaba. Su visera nunca había dejado pasar tanta luz. Mientras intentaba entender este fenómeno, se dio cuenta de que Ardilla y Rebeca le estaban observando, al tiempo que parloteaban y arrullaban con excitación. Hizo un esfuerzo por sentarse y, de repente, se dio cuenta de que podía ver mucho más que el día anterior y que podía sentir la fresca brisa en sus mejillas.
Una parte de su visera se había roto y se había caído.
Cómo habrá sucedido?, se preguntó.
Ardilla contestó a la pregunta que él no había formulado en voz alta.
Se ha oxidado y se ha caído."

Moraleja

Siempre habrá momentos difíciles en los que queramos abandonar. Es entonces cuando tenemos que pararnos y pensar por qué hemos llegado hasta ahí, y que pretendíamos conseguir. Si merece la pena, seguiremos adelante, y no será fácil. Por lo general, todo lo que merece la pena no lo es. Las dificultades del camino no deben mermarnos, sin ellas no valorariamos lo que añoramos conseguir. La satisfacción que obtendremos será más grande que las ganas que nos entren por abandonar.
Atravesar el sendero de la verdad implica enfrentarnos a nuestro yo interior y aprender a aceptar lo que nos hace diferente de los demás. Es necesario llegar al convencimiento que lo importante no es lo que los demás piensen de mi, sino lo que yo sé con certeza que soy, y de qué soy capaz. Cuando se logra desprenderse de las ataduras de la vanidad y la costumbre de pretender que todos nos amen y nos admiren, es cuando se llega al real conocimiento de uno mismo, de sus defectos y virtudes.





















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